Mi verdadera vocación

Aunque me encanta escribir y siempre he sido una lectora voraz, las ciencias me robaron el corazón. Podría mentir, decir que mi vocación nació de un médico que me salvó de una enfermedad incurable, pero fue una serie de dibujos la decidió mi profesión. Ahora, más de 20 años después, tras una carrera de medicina y la  especialidad, me sigue impresionando » Erase una vez la vida». Es increíble como una seria de dibujos puede plasmar de una manera divertida el manejo biológico de nuestro cuerpo.

Ser padres también es una vocación. Lo que a veces olvidamos cuando ya estamos rodeados de pañales, gritos o besos babosos, es que en algún momento ese deseo loco de ser padres entró en nuestras vidas, que hubo un porqué y un cuando en ese inmenso cambio de nuestro día a día. Y ahí empieza la vocación, más dura que la de medicina: con la incertidumbre de si seremos buenos padres, con las duras guardias entre tetas o biberones, con las decisiones trascendentales que han de tomarse cada día, cada vez más complejas y siempre con la responsabilidad de su vida en tus manos. Y ese examen de ser padres que en teoría no existe pero que pasas cada día, con recuperaciones y revalidas, con clases particulares de madres y amigas, condenado a un suspenso en la adolescencia. Mi hermana, que sigue en proceso de decisión, siempre me dice que sólo necesita venir un par de días a mi casa para que se le quiten las ganas. Y más de una vez la entiendo; me encanta este anuncio de Cocacola porque lo plasma muy bien.

Pero lo mismo que cómo médico te das cuenta que vale más el respeto y cariño de un paciente que un artículo en el New England of Medicine, es difícil explicar a quién no es padre cuanto merece la pena. De pronto lo eres todo para esa personita: su alimentación, su cariño, su ejemplo a seguir, incluso su mayor enemigo.  Quien no ha tenido esa unión, no comprende que vuestros mundos están unidos, que giran en una extraña danza en la que las leyes físicas no dejan que os alejéis, que formáis un sistema propio. Es difícil de entender, ¿pero quién elige explorar el espacio oscuro cuando tienes el sol en tus manos?

Muchos de mis pacientes me preguntan que porque no tengo consulta. Los que me conocen, a los que acompaño en sus recaídas y con los que con el tiempo compartimos el cariño, ya saben que necesito mi vida fuera de la medicina. Fuera del hospital, dejo colgado el fonendo y me convierto sólo en mamá. Pero a veces también necesito colgar el fonendo en casa, y aunque momentáneamente me siento culpable, creo que mientras los niños estén bien atendidos también es bueno un tiempo para mi, o para nosotros, esa pareja que a veces se difumina en la intensidad de la crianza. Y volver con pilas recargadas y paciencia casi infinita, con sonrisas en vez de chillos, hasta que se descarguen de nuevo.

Así que Sr Papá y Sra Mamá, seguro que lo están haciendo bien,  porque porque han seguido su vocación y cada día intentan ser mejores padres. Y si tienen una mala guardia, o un mal día, o necesitan un descanso, acéptenlos y sigan adelante, pues  son los mejores padres que podría tener su hijo/hija, ya que esta  fue, es y será, su verdadera vocación. Al menos, los míos son la mía.

Que la fuerza os acompañe:
Mama Ewok y los 3 Padawan

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